Pasaron los Reyes, y dejaron tras de sí la vida diaria, tan apasionante y absorbente. Y también a Abdelaziz Buteflika, el presidente argelino, dispuesto a dar un baño de realidades diplomáticas a nuestra diplomagia nacional.
Vaya por delante que Argelia es, sin duda alguna, nuestra mejor opción a la hora de buscar socios en el Magreb. Principal potencia militar y naval, suministradora potencial de gas, protectora de nuestros antiguos indígenas saharauis, contrapeso de un Marruecos cada vez más crecido con el apoyo de las grandes potencias atlánticas y con el ojo siempre puesto en nuestras plazas norteafricanas y en las Canarias. Y eso sin olvidar su papel, directo y sin componendas secretas, en la lucha contra el terrorismo islamista de Al Qaeda y sus grupos satélites en el Magreb (al contrario que Marruecos, en donde no siempre es fácil distinguir donde acaba la fidelidad a la corona y donde empieza el integrismo de grupos como Justicia y Solidaridad o las oscuras tramas que participaron en el 11-M).
Pero claro, nuestra diplomagia va a lo suyo, y el sultán de Rabat estará siempre en el centro de nuestras preocupaciones, también nosotros mezclando sin pudor nuestros intereses económicos con nuestro miedo a la infiltración marroquí en España o a sus posibles ingerencias en la soberanía española. Y por tanto, servidumbre de esos matrimonios de conveniencia, las relaciones con Argelia deben ser vergonzantes, a bajo nivel, sólo guardando las formas del acuerdo de amistad y cooperación de 2002 y las palabras huecas de la Alianza de Civilizaciones, reflejadas en el cierre de la minicumbre (unas horas) al más bajo nivel de los Ministros de Asuntos Exteriores.
Muy revelador el que la mayor preocupación de la Televisión Estatal española sea la situación de los activistas de Greenpeace en Dinamarca. Cosas veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario